domingo, 10 de julio de 2011

Historias Ciclistas pa Degustar


EL CICLISTA INDOMABLE





Era jueves, ocho de julio de 1971, y Luis Ocaña se encontraba tan sólo a un segundo del líder del Tour, Joop Zootemelk. Ese día, cuando nadie lo esperaba, Ocaña decidió desplegar un brutal ataque en el col de Laffrey. Durante unos kilómetros le siguieron Zoetemelk, Van Impe y Agostinho, pero el conquense estaba decidido a enfrentarse el solo a la Historia y al mito del invencible Eddy Mercks. Al llegar a la meta había dejado fuera de control a medio pelotón y Mercks llegó a casi nueve minutos, sufriendo la mayor humillación de su carrera deportiva.

Tras su espectacular y homérica gesta, Luis Ocaña tenía el Tour en sus manos con el “Caníbal” a más de ocho minutos en la clasificación general. Sin embargo, tres días después, en el col de Mente, se abrieron las puertas del infierno. Un diluvio de agua y granizo sorprendió a todos los corredores. En medio del caos, el “Tarangu” Fuente se escapó del pelotón junto a Merckx, Van Impe y Zoetemelk. El descenso era peligrosísimo por el barro que se había formado pero a valentía nadie ganaba a Ocaña, así que no se lo pensó dos veces y se lanzó como un poseso detrás de los escapados. Los frenos de las bicicletas no respondían: el agua mezclada con el polvo de la carretera formaba una película que impedía que agarrasen bien las zapatas de los frenos.... La tragedia estaba a punto de subir al escenario. Merckx se cayó primero, pero dio contra la hierba y se levantó de inmediato. Al poco, Ocaña chocó contra una piedra, dando una voltereta espectacular. A pesar del fuerte golpe, se levantó enseguida. Cuando ya estaba de pie, llegó Zoetemelk, embalado y sin frenos. El choque fue brutal. Segundos después, caía al lado de ellos Agostinho. Ocaña perdió el conocimiento. Al recobrarlo, sólo gritaba de dolor y desesperación.
Media España esperaba al conquense en el siguiente puerto, el Portillon. La tormenta había desaparecido por completo y reinaba un sol esplendoroso. El tiempo pasaba, los primeros de la etapa también y Ocaña volaba en un helicóptero camino del hospital de Saint Gaudens. Aquella fue la victoria más triste de Merckx. Al día siguiente, se negó a vestir el maillot amarillo, en homenaje al gran Luis Ocaña.
Texto de: Vicente Álvarez de la Viuda. De Pucela, de Borges y Libra.